Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


118
Legislatura: 1858-1860 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 11 de enero de 1859
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 31, 692, 693
Tema: Acta de Caravaca y se aprueba en votación nominal

El Sr. SAGASTA: Cualquiera hubiera creído al oír el principio de la contestación del Sr. Monares, que yo había hablado de otra acta distinta de la de Caravaca; pero después se habrán convencido los Sres. Diputados que no ha sido así, porque S.S. no ha deshecho ninguno de mis graves cargos, ni negado ninguna de las influencias que yo he dicho se habían puesto en juego en el distrito de Caravaca. Dice S.S. que esta acta es de las más legales que aquí han venido. Pues es extraño que siendo esto así, haya costado tanta meditación a la Comisión este dictamen tan lato que no hay ninguno más extenso, y haya necesitado la Comisión tanto considerando y tanta razón para justificar su parecer, y se venga después a confesar que son ciertos los hechos ilegales que yo he denunciado, y se añada después, como el Congreso ha oído, que esta acta era de las más legales que se han presentado. Entonces ¿a qué tanta discusión, entonces a qué tanta necesidad de justificar en un largo dictamen el parecer de la Comisión?

Un cargo gravísimo me ha hecho el Sr. Monares, suponiendo que yo he venido aquí movido por la amistad a dar una prueba de galantería. ¿Su señoría ha sido movido alguna vez por ese resorte? ¿Lo ha sido S.S.? Pues yo no. Aquí no reconozco amistad; no reconozco más que mi deber; si S.S. ha sido alguna vez movido por el resorte de la amistad, no es extraño que piense que a mí también me ha movido el mismo: cada uno piensa de los demás lo que en sí siente.

No ha negado el Sr. Monares, ni era posible que lo negara, que la circular del gobernador pudiera tener influencia en el ánimo de los electores. Lo único que ha dicho es que ni que escriba ni que deje de escribir aquel gobernador, sus palabras no pueden influir en aquellos electores, porque en una palabra, aquel gobernador es un simple. Siento que el Sr. Ministro no haya estado aquí, aunque casi es lo mismo, puesto que está el de Gracia y Justicia, para que hubiera oído por boca de la Comisión que tiene gobernadores simples.

No ha negado, pues, la influencia del gobernador el Sr. Monares; lo único que ha dicho es que no se le debe dar importancia, porque aquel gobernador no sirve pare el caso. Pero esto no es cuenta mía, no es cuenta del Congreso: aquel gobernador no ha cumplido con su deber, y sirva o no sirva para el caso, influya o no influya en la elección lo que ha hecho, yo tengo que denunciarlo como verificado fuera de su deber. Ya vemos, pues, que no ha sido llegada la influencia del gobernador; ya vemos que no ha sido negado que se tomó el nombre de S. M. para influir en la elección; no se ha negado, ni podía tampoco negarse, porque está escrito. Primer hecho que yo he probado, primer hecho que no ha podido menos de reconocer la Comisión a pesar de todo ese aparato de palabras acerca de mis inexactitudes y de que sé yo cuántas cosas que nos ha dicho el Sr. Monares.

Segundo hecho. Influencia del vicario eclesiástico.

Tampoco la ha negado el Sr. Monares; lo único que ha dicho es que el vicario era amigo del candidato ministerial y que estaba en su derecho influyendo en la elección. Sea enhorabuena; pero lo cierto es que ha influido, que ha llamado a los curas que están bajo sus ordenes, y lo que es más grave, que ha dicho que era necesario apoyar el candidato ministerial porque así se lo indicaba desde Madrid el Sr. Ministro de Fomento, cosa que no quise decir antes y que digo ahora apremiado por la Comisión. Si esto no es grave, si esto no es influencia no sé lo que será. Ahí está mi inexactitud, ahí está también la de la Comisión. Pero yo debo decir al Sr. Monares que si no tiene nada de particular que haya influido el vicario en favor del candidato ministerial, tiene mucho de particular que esa influencia se haya dirigido contra el candidato de oposición; y que si hay razones que autoricen al señor vicario para trabajar por el Sr. Chico de Guzmán, también las hay para que no trabajase en contra del candidato de oposición, de quien también es amigo y a quien debe muchos favores. Pero que tenga o no amistad el vicario con los candidatos, ¿qué tiene que ver eso con el abuso de su autoridad? ¿Qué tiene que ver eso con llevar la política y las elecciones a la iglesia y a la sacristía, como aparece en la justificación ahí [692] presentada? ¿Qué tiene que ver eso, por último, mandar poner una bandera en la torre de la iglesia del castillo santuario de la cruz?

El Sr. VICEPRESIDENTE (López Ballesteros): Ruego a V.S. se limite a rectificar.

El Sr. SAGASTA: Yo hablé antes de una bandera, el Sr. Monares ha hablado con referencia a lo que yo dije de una multitud de banderas, y es preciso que yo rectifique. Yo no dije una multitud....

El Sr. VICEPRESIDENTE (López Ballesteros): De todos modos, ruego a V.S. se limite a rectificar hechos o conceptos.

El Sr. SAGASTA: El Sr. Monares ha supuesto equivocadamente que yo había dicho que se habían colocado muchas banderas, que se habían multiplicado las torres; exclamando: así se exageran las cosas, así se falta a la verdad; pues bien: yo no he dicho eso, yo no he dicho que se multiplicaron las torres ni las banderas; lo quo yo he dicho es que se mandó poner una bandera en la torre de la iglesia, y sea capa u otra cosa lo que se ponga en ella, bandera es. Ha dicho el Sr. Monares que el vicario estaba en Caravaca, y que la bandera apareció en Cehegin. Su señoría ha hecho lo que supone que no hice yo, y por lo visto, he hecho mejor que S.S., pues no sabrá que en Caravaca se puso también bandera. Quede demostrado la influencia del señor vicario, segundo punto que yo toqué en mis ligeras observaciones; es también evidente, y no ha sido negado por la Comisión.

Ha supuesto el Sr. Monares que yo he dicho que en el primer día no hubo protesta alguna en Cehegin, y que sólo se había presentado una en Caravaca el segundo día. Yo no he dicho semejante cosa; yo lo que he dicho ha sido que varios electores quisieron presentar una protesta el primer día en Cehegin, y que no habiéndoselo permitido tuvieron que ir a presentarla a Caravaca el segundo día. Y esto resulta de las justificaciones hechas por los electores del candidato ministerial, no de las hechas por los del candidato de

la oposición, así como también por ellas queda demostrado que quisieron presentar la protesta en Cehegin, que no les fue admitida, y que por ello tuvieron que ir a presentarla en Caravaca el segundo día.

Voy a contestar a una pregunta que me ha dirigido el Sr. Monares. ¿Sabe el Sr. Sagasta que es lo que contestó el secretario escrutador de Cehegin, que fue en comisión a entregar el acta a Caravaca? ¿Sabe lo que contestó el secretario escrutador a los que quisieron presentar una protesta en Cehegin? Sí lo sé: allí el secretario escrutador pretende negar todos los hechos de la protesta.

Pero ¿qué fe merecerá el dicho de este escrutador, cuando, entre los hechos que niega, hay uno que confiesan sus mismos amigos, que reconocen los electores del candidato ministerial, cual es el de haberse colocado banderas? Pues del mismo modo que su dicho en este punto no merece fe ninguna, pues niega un hecho que fue bien público, tampoco debe merecerla en el resto de su declaración; así que puede decirse que aquel secretario escrutador, por negarlo todo, no niega nada.

También me ha supuesto el Sr. Monares la equivocación de que las prisiones a que he hecho referencia se habían verificado después de las elecciones, o mejor dicho, a consecuencia de las elecciones o momentos antes de las elecciones. Yo no he dicho nada de esto: lo que dije fue que un alcalde que era muy dado a la arbitrariedad, como lo demostraba el proceso que existe contra él, por ocho prisiones arbitrarias, sin que yo diga ahora ni haya dicho antes cuándo se hubieron verificado esas prisiones, se había visto escudado por esa circular, o más bien, dije, impulsado por ella, la cual le había dado medios de llevar a cabo su pasión favorita, que parece ser la de la arbitrariedad. Pero yo citaba solo el hecho de las prisiones para dar una idea de la arbitrariedad de ese alcalde, y para confirmar las ilegalidades que ha podido cometer y que de hecho ha cometido.

Vea, pues, el Sr. Monares, y concluyo, cómo si yo he visto el acta por un lente que me ha aumentado los hechos ocurridos en esas elecciones, el Sr. Monares la ha visto también por el mismo lente puesto del revés, y se los ha disminuido extraordinariamente.



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL